jueves, 19 de noviembre de 2015

Capítulo 2 - Elia

El despertador suena, haciendo que abra los ojos, saque los brazos de la sábana y que a oscuras mueva la mano para así apagarlo. Acto seguido doy con el pie al interruptor de la luz, al haber un primero colocado al lado de la puerta y uno en la pared, y me incorporo tras parpadear un par de veces para acostumbrarme así a la luz.
Como si fuera un día normal, es decir un día en el que he de acudir a clase, cojo la ropa, sin salir del todo en la cama, que cuelga de la silla y me la pongo.
Pero hoy no es un día en el que he de acudir a clase. Hoy me voy a Forks a vivir con mi tío y mi prima.
He tenido que discutir mucho con mi madre para convencerla de que me dejara ir.
Realmente lo entiendo, viviendo en el estado de Virginia el estado donde Forks se encuentra (Washington) se podría considerar el más lejano.
Observando el reloj de mesa me doy cuenta del porqué del tono enfadado de su voz: he de recoger aún varias cosas para meterlas en la maleta cuando tendría que haber tenido ya la maleta finalizada hace unos días.
Salgo de la cama y me peleo durante unos segundos con la cremallera hasta que por fin consigo abrir la maleta.
Pocos minutos después me siento sobre la maleta y tras comprobar que no pillo nada de ropa, la cierro.
Bajo por las escaleras tras salir de mi habitación dirigiéndome hacia la cocina, donde mi madre ya me ha servido la leche y ha puesto cereales, para que los eche en el bol, y galletas, para llevármelas en el viaje, sobre la mesa.
Me siento y empiezo a tomarlos, estoy a poco de acabarlos cuando mi madre entra en la cocina.
-¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
-Lo estoy mamá- digo en un tono algo cansado. No habré contado las veces en las que hemos hablado de este tema pero puedo asegurar, sin exagerar, que rondaran acerca de las mil.
Asiente y se dirige hacia la entrada de la casa donde están dos mochilas de mano.
La primera es la de estudios en cuyo interior se encuentran estuches repletos de bolígrafos y rotuladores además de varios cuadernos y carpetas vacías pues cuento con que me ofrezcan folios y repuestos de cualquier otro material que necesitara; la segunda es la de deportes en la que en su interior, irónicamente, no hay nada relacionada con ellos sino que hay varios marcos cogidos a conciencia por tener capacidad para poner el mayor número posible de fotografías en el mínimo espacio posible.
Alzo la mirada del bol vacío al escucharla decir que va llevando las maletas al coche pues tiene que acercarme al aeropuerto. Asiento rellenando la cuchara de los cereales que quedan; tras tomarmelos me levanto y dejo el recipiente en la mesa.
Me cuelgo la mochila de deporte al hombro y elevo el mango de la maleta para así comenzar a andar en dirección a la puerta y, una vez pasada, hacia el coche.
Tras cerrar el maletero después de varios intentos en los que hemos tenido que cambiar de posición las maletas me dirijo al asiento del copiloto.
Nada más abrir la puerta dejo el bolso bandolera en el hueco para los pies y me siento esperando a que mi madre encienda el motor para así poner la radio.
-¿Te olvidas algo?
-No mamá.
-Mira a ver no vaya a ser que si lo hagas..
Suspirando tomo la bandolera, pues se exactamente a lo que se refiere, y mientras voy haciendo mención de los objetos los voy sacando para que los observe.
La veo asentir por el espejo interior mientras termino de meter el móvil y la cartera, tras comprobar que tengo los cascos y los diferentes carnets que pueda necesitar aparte del pasaporte.
-Podemos irnos ya mamá, a menos que quieras que baje y compruebe si me olvido algo de abrigo.
De veo la veo entrecerrar un poco los ojos y, ya por fin, arrancar el motor.

Un largo pitido hace que de un pequeño bote en el sitio y que mire a los lados distinguiendo así a mi madre pitar a un coche que no se mueve produciendo así que se haya formado un atasco compuesto por una pequeña fila de coches.
Miro la hora del reloj del vehículo para saber la hora mientras mi madre me informa que ya hemos llegado al aeropuerto, el cual se puede ver enfrente de nosotras.
Salgo una vez aparca. A los cinco minutos estamos entrando por la puerta y al cuarto de hora estamos en la fila para que me otorguen la tarjeta de embarque y así después pueda pasar el control de seguridad.
-No olvides llamar cuando llegues.
-Tranquila, lo haré. Aunque tendrías que especificar ese cuando llegue.
-Envía un mensaje antes de subir al avión y al bajar, llama cuando llegues a Forks. Recuerda que tu tío te estará esperando en el aeropuerto. Y tu prima- añade antes de que pueda preguntar por ella- no sé qué vida llevará así que no puedo afirmarte que hará.
-No te preocupes, al fin y al cabo pasaremos tiempo juntas- comento ajustando al hombro la mochila de deportes.
Asiente suspirando y me abraza posando una de sus manos en mi cabello liso y rubio para acariciarlo durante unos pocos segundos.
-Buen viaje hija- dice separándose de mí.
-Gracias mamá- digo apartándome de ella y girándome para dirigirme al mostrador.
Una vez guardo toda la documentación, tarjeta de embarque incluida, busco con la mirada a mi madre.
Las horas siguientes en las que ya he pasado el control de seguridad las paso leyendo uno de los libros mandados para la clase de Lengua, información que he de agradecer a mi tío, hasta que por fin nos llaman para embarcar.
Cuando queda una persona para que sea mi turno saco el móvil de la bandolera y envío un mensaje a mi madre para informarle de que voy a subir ya al avión.
En el pasillo hacia el avión suena un casi sordo timbre, tono que indica que tengo un nuevo mensaje, por lo que miro mi móvil leyendo el "te quiero" de mi madre.

Un toque en el hombro hace que abra los ojos y me quite los cascos de ambos oídos.
-Estamos a punto de aterrizar- oigo como dice una azafata a un pasajero unos asientos más adelante que los míos.
No han pasado ni veinte minutos desde que he bajado del avión hasta que he subido al coche patrulla de mi tío, Charlie Swan.
-¿Cómo ha ido el viaje?- pregunta al sentarme en el asiento del copiloto debido a que Bella no ha venido, algo que ciertamente me esperaba.
-Me lo he pasado dormida la verdad, así que no sabría que decirte.
-Oh- dice asintiendo.

Su voz es la que me despierta por tercera vez en el día, cuarta contando la que me he despertado esta mañana en la cama, lo que confirma que hoy debería descansar sin falta alguna.
-Ya hemos llegado. Bienvenida a Forks.
Tras pronunciar estas palabras baja del coche y se dirige al maletero para sacar la maleta.
Cuando bajo para seguirle llevo mis manos a las mangas contrarias para así frotar después con el fin de darme algo de calor.
Cojo las dos mochilas que me tiende y después le sigo hasta la casa pintado de gris y blanco.
-¡Bella! Ven a ayudarnos por favor.
Al poco se escuchan pisadas bajar los escalones que se detienen para alejarse cuando Charlie añade que me deje algo de abrigo.
La figura que baja es la de una joven vestida con una camisa a cuadros, pantalones y zapatillas de deporte con piel pálida y un cabello castaño rizado a la cual hacia años que no veía, tanto que me cuesta reconocerla de aquella niña de unos cinco años con las que pasaba tardes jugando.
Una vez baja el último escalón de la escalera masculla un "hola" junto a un movimiento de mano de lado a lado pero al poco, debido a una mirada rápida que le echa su padre, se acerca para darme un abrazo el cual correspondo.
-Bella te ayudará a subir el equipaje y después te enseñara la casa.
-De acuerdo- respondo una vez me separo para a continuación girarme y coger la maleta que más a mano tengo.
Subimos las escaleras y entramos en su habitación.
-Muchas gracias Bella.
-Estaré abajo por si necesitas algo.
Asiento e inclino la maleta para dejarla tumbada en el suelo.
Una vez hecho esto miro la habitación. Bella no me ha dado indicaciones acerca de si compartiré armario con ella para guardar la ropa ni de dónde dormiré aunque me lo supongo. Además hay una segunda cana, la cual se puede distinguir que ha sido puesta recientemente, cercana a la principal, la suya.
Abro la maleta preparada para sacar mi ropa pero me detengo para acercarme la mochila con las fotografías.
Saco los marcos vacíos para posarlos en un pequeño espacio de la cama y ya después los cuadros con fotografías.
Las fotografías son bastante diferentes entre ellas, sobretodo en lo referido a las amistades y a las familiares.
En las que salgo con mis amigas se ve perfectamente como era en la etapa previa a la actual, es decir, cuando no practicaba tiro con arco. En las que salgo con mi familia, mi madre básicamente, a pesar de pertenecer a esta etapa todo lo referido a mi es bastante sencillo.
Paso mis dedos por una fotografía en la que salgo de pequeña con mi madre para después dejarla en la cama.
Voy a extrañarla bastante, aunque no se lo diga.
La razón por la que me vine aquí, al igual que Bella hace apenas unos meses, es debido al trabajo de mi madre. La próxima semana tiene que trasladarse a Laramie, en el estado de Wyoming, y hasta que encuentre alojamiento pueden pasar semanas además de que yo ya le había dicho que no quería tener que mudarme a un nuevo lugar en el que no conocía a nadie y ella no quería dejarme sola, pues los familiares que viven más cerca de nosotras tienen su vida ya hecha en Alaska.
Por lo que la única opción era o bien irme con mis abuelos paternos o venirme aquí. Con estos primeros mi relación nunca ha sido buena. Es más, no existe relación alguna entre nosotros antes incluso de que mi padre muriera, lo cual sucedió cuando yo no había nacido.
Cuando abro la maleta la primera ropa que saco es la de mi etapa anterior: ropa bonita de una chica que se preocupaba mucho por su imagen y que quería mantenerse en la popularidad.
La de mi etapa actual es muy diferente, aunque haya algunas prendas como faldas y conjuntos pertenecientes a la anterior ya mencionada, y muy sencilla como vaqueros y camisetas básicas.
Una hora o así después ya me he instalado en la casa habiendo organizado todo y he hablado con mi madre.
Charlie nos llama para cenar por lo que dejo el libro en la mesilla junto al cuadro donde se encuentra la fotografía donde salgo con mi madre siendo yo un bebé y bajo a la pequeña cocina.
La cena es sencilla, cosa que agradezco debido a que no tengo mucho apetito, y transcurre en silencio.
Una vez acabamos subo a la habitación junto a mi prima y preparo la mochila para mañana metiendo un par de folios y el estuche con la esperanza de que mañana pueda tener el horario y así la próxima semana pueda empezar teniendo ya algo de idea de que es lo que han dado.
-Buenas noches Eli.. Elia- se corrige al poco de decirlo, recordando que antes he indicado que ya no me gustaba que me llamaran por el diminutivo.
-Buenas noches Bella.
No puedo evitar pensar en lo que me espera mañana.

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