miércoles, 2 de marzo de 2016

Capítulo 3 - Nadia

-No puedo soportar tu comportamiento, Nadia. No atiendes, no participas en clase y te ríes sola. ¿Se puede saber qué te pasa? Si fuera la primera vez...

Suspiro.

Estoy sentada en frente de la profesora de español, la profesora Nolan, que está sentada sobre la mesa descargando su ira sobre mí. Al parecer, está prohibido reír ahora en su clase. Desconecto y dejo de prestar atención a lo que me dice. Definitivamente, necesito un momento de tranquilidad y relax en mi ajetreada vida. Debería quedar con Alice y ponernos al día. Tal vez incluso la deje arrastrarme hasta al centro comercial, para perderme de ella en la tienda de deportes, por supuesto...

-...tendré que hablar con Neferet.

-¿Qué? - me levanto de golpe de la silla. -¿Hablar con Neferet? Pero... ¿por qué? Sólo me he reído.

-¿No me has escuchado? No es porque te hayas reído, es por tu falta de cooperación. Ella sabrá que hacer.

De repente las puertas del aula se abren y aparece Neferet. Genial. Parece que nos haya oído desde la otra punta del edificio.

-Vaya, vaya – dice la profesora de español mirándome con el rabillo del ojo. - Justo a quien queríamos ver.

-¿De verdad? - pregunta Neferet, aunque no parece sorprendida. - ¿Qué ha ocurrido, Patricia?

¿Patricia? Definitivamente va siendo hora de que me haga una lista con los nombres de los profesores.

-Aquí la señorita Night ha perdido cualquier interés por participar en clase y se dedica a reírse sola. Si fuera solo hoy no me importaría, pero es un comportamiento demasiado frecuente para mi gusto.

¿Demasiado frecuente para su gusto? ¿Qué cojones significa eso? Si ni siquiera me he reído, he sonreído. Y no lo hago ‘frecuentemente’, me quedo dormida en su clase casi todos los días, a no ser que ahora ría en sueños...

Neferet se queda mirándome. Ya de por sí, la mirada de los vampiros adultos suele intimidar, pero añádele el nombre de Neferet a ese chupa sangre y la sensación se multiplica por una cifra con muchos ceros. Sabe lo que estoy pensando.

-Después de las clases quiero verte en mi despacho Nadia, y ahora déjanos solas.

Me resisto unos segundos, aunque su mirada me puede al final y salgo del aula corriendo. Antes de darme cuenta, he llegado al patio. Inspiro fuertemente, llenando mis pulmones de aire, y lo echo todo con un largo suspiro. Si no recuerdo mal mi horario, mi clase de esgrima debe estar bastante avanzada. Corro hacia el gimnasio y allí me encuentro con Dragon, el único vampiro adulto y masculino que uno puede encontrar en la escuela; a excepción del, para todas, guapísimo poeta laureano Loren Blake.

-Llegas tarde, Nadia.

Todos los alumnos dejan de pelear en parejas y me miran.

-Lo sé, Dragon. Estaba hablando con la profesora Nolan y Neferet.

Me observa con el ceño fruncido. Odia que me dirija a los vampiros adultos con tanta familiaridad, pero decide ahorrarse la regañina.

-Está bien, busca una pareja.- en ese momento, todos los alumnos comienzan a luchar de nuevo eufóricamente, sin descanso, como si el entrenamiento fuese cosa de vida o muerte.

Suspiro.

-Profesor…

-No importa, Nadia. Hoy tu compañero seré yo.

-¿Tú? – lo miro con los ojos muy abiertos. Odio reconocerlo, pero sí, soy horrible en esgrima y no me apetece tener otra charla con la bruja de Neferet por haber agredido a un profesor. Ya herí suficiente a aquella chica con el florete en el ojo. Aunque no parecía tan dolorida cuando estaba cotilleando alegremente más tarde sobre lo revitalizante que era mandarme de vez en cuando con la directora.

-Tranquila. Es para enseñarte, no para luchar contra ti.

Sí, claro. Eso fue lo que dijo la última vez.

Nos apartamos del resto de los alumnos y me da un florete (siempre me ha hecho gracia esta palabra). Me enseña a cogerlo bien ya que al parecer llevo un mes haciendo el burro, así que no es de extrañar que me tengan algo de miedo cuando voy armada con lo que parece una espada de juguete.

-¿Preparada? Empezaremos con protección. Lo único que tienes que hacer es cubrirte y evitar que te dé mi florete. No es complicado.- asiento con la cabeza y Dragon ataca, pinchándome en la pierna. – Atenta, Nadia. Venga, de nuevo – esta vez consigo bloquear su ataque, pero lo repite y vuelve a darme – No bajes la guardia.

Los minutos pasan rápidamente. Aunque termino exhausta, me he reído como hace un mes que no lo hago. Dragon es un profesor duro y muchos le temen, pero es muy atento, sobre todo con los iniciados que están a su cargo. Me alegro de ser una de ellas. Todos los iniciados tienen un profesor al que los humanos llamarían tutor. Es el que da la cara por nosotros cuando nos metemos en problemas y mi ‘tutor’ es Dragon. Cuando termina la clase, lo ayudo a guardar los floretes.

-¿Qué tal ha ido, Nadia?

-Ha sido entretenido.

Se hace un silencio mientras recojo las máscaras que han usado algunos de los estudiantes.

-¿Puedo preguntarte algo? – asiento con la cabeza, temerosa. - ¿Cómo es tu relación con los demás iniciados?

Justo en el clavo. Abro la boca para hablar, pero acabo cerrándola. ¿Y qué le digo yo ahora?

-Pues… Son simpáticos y…

-No te llevas bien con ellos, ¿verdad?

-No lo oculto muy bien, ¿verdad? – por el rabillo del ojo veo que Dragon sonríe.

-¿Sabes? A veces me recuerdas a uno de los guerreros a los que entreno.

-¿A un qué?

-A un guerrero – ante mi cara de incredulidad, sigue hablando – Cuando los iniciados chicos superan el cambio, pueden desempeñar numerosos trabajos. Shakespeare, por ejemplo, decidió ser escritor. Pero otros deciden ser guerreros para proteger a las vampiras adultas y a las altas sacerdotisas. Bueno, pues estos chicos vienen incluso desde otras casas hasta esta para que yo los entrene. Y a veces, tu comportamiento es propio de un guerrero. – me quedo callada. Otra chica se sentiría ofendida teniendo en cuenta que me ha comparado con un chico, pero a eso no le doy importancia. - Espero que no te sientas ofendida, – otra vez leyéndome el pensamiento – algunos de ellos no confían en nadie. Se centran en proteger a una vampira y desconfían de cualquier persona que intente acercarse a ellos. Y parte de ese carácter lo veo reflejado en ti.

-Quiere decir… ¿Qué podría ser un guerrero?

-No digo que no, aunque los guerreros son chicos; pero no me refería a eso. El mayor miedo de todos estos guerreros es perder al ser querido, en este caso, a la vampira o alta sacerdotisa. Tal vez también sea tu miedo. ¿Podría ser que has perdido a alguien importante para ti, Nadia?

Me quedo paralizada, a medio camino para recoger otro florete del suelo durante medio segundo, en el cual, siento como las tripas se me revuelven por completo.

-No – intento responder lo más rápido posible, pero ha sido demasiado seco. Sabe que estoy mintiendo. Siempre lo saben.

-De acuerdo Nadia, puedes marcharte. Tienes permiso para faltar a las clases restantes del día. Vete a casa y recapacita sobre lo que acabo de decir. Dentro de la escuela estoy a tu cargo y me gustaría que tu estancia aquí fuese agradable, y para ello vas a tener que estrechar lazos con algún que otro iniciado. Pero no es algo a lo que pueda obligarte.

No necesito su maldita lástima. No necesito estrechar lazos con nadie. No necesito nada de lo que hay entre estos cuatro asfixiantes y sucios muros.

-No puedo marcharme, tengo que hablar con Neferet.

-Entonces ve ahora, y márchate tranquila cuando termines, ¿de acuerdo?

Me levanto sin decir nada y camino de vuelta al patio central. Ya no quedan alumnos por aquí por lo que puedo sentarme en un banco e inspirar con fuerza. Tras unos minutos miro mis manos que han dejado de temblar. No, no puedo permitir que la gente vea este lado de mí.

Yo no soy débil.

Me pongo de pie y me aparto el pelo de la cara. Vuelvo a suspirar y me pongo en camino hacia el despacho de Neferet. Cuando llego, ella está allí, pero no sola.

-Pasa, Nadia. - pide antes siquiera de que haya llamado.- ¿Conoces ya a Zoey?

Cuando entro, Zoey está allí y me mira como si fuera un cachorro degollado. La saludo con la cabeza y asiento mirando a Neferet. Es la lame culos particular de mi querido hermano.

-Antes de nada tengo que hablar con ella, ¿de acuerdo, Zoey? Luego te buscará. Ahora, déjanos a solas.

Solas no, por favor. Observo como Zoey sale del despacho y, antes de volverme para mirar a Neferet, intento disimular mi expresión de incomodidad. Genial, a solas con la alta sacerdotisa de la escuela. ¿Quién me manda a mí meterme en estos líos? Todo el mundo trata a Neferet como una diosa, pero yo no la trago. No le tengo miedo, no tengo miedo de nada; pero algo me dice que esconde algo, que no es como intenta aparentar ser. Se pone de pie y se sienta sobre el escritorio.

-Sigo pensando que estaría bien que te hicieras residente en la escuela, N.

-Nadia. - me enfrento a sus ojos y la miro con el único sentimiento que soy capaz de expresar ahora mismo: odio. -Y no, no voy a hacerme residente. Confío en Kate. La conozco desde que tenía dos años. No voy a irme de su casa.

Fue cuando mi madre nos abandonó. Aún la recuerdo perfectamente: morena, alta y delgada, con ojos claros y una presencia imponente. Mi padre jamás ha superado que lo dejara. Por eso la odio, por hacerle daño al único familiar por el que daría mi vida. En parte, es por él por quien no quiero hacerme residente. Cuando mi madre se fue, mi padre solo nos tenía a mi hermano y a mí. Que mi hermano fuese marcado fue otro palo para él. Ya solo le quedaba yo. Y, entonces, mi querida diosa decidió que mi padre no estaba lo suficientemente solo, que aún podía estar más hundido en la miseria. Estando en casa de Kate puede ir a verme. Sin embargo, si me hago residente, también le habré fallado. Como le fallaron mi madre y Erik.

-El problema, Nadia – continúa Neferet, remarcando especialmente mi nombre – es que pasas poco tiempo con los estudiantes. Y por eso no tienes amigos y no puedes disfrutar de las clases con ellos.

Error. Sí tengo amigos, fuera de la cárcel en la que esto terminaría de convertirse si me hiciera residente. Si no tengo dentro de ella es porque todos son unos hipócritas que intentan ganarse la confianza de la diosa para no morir. Y jamás disfrutaría de las clases con nadie, y menos de una asignatura como español, en la que yo podría ser la profesora perfectamente.

-Pues las clases de sociología vampírica sí las disfruto. Me parecen interesantes, y no estoy sentada con nadie.

Sociología vampírica es la asignatura que imparte la propia Neferet. Siempre hemos oído que los vampiros se queman con la luz del sol, duermen en ataúdes, se alimentan de humanos y un gran número de chorradas. En esta asignatura te enseñan cuales de esos mitos tienen algo de cierto, además de mostrarte las distintas cosas raras espirituales que hacen que un vampiro sea un ser tan especial. Sigue siendo una chorrada, pero tolerable.

-Sí, es algo que me extraña. Pero como no puedo permitir esto he decidido encomendarte una tarea.

-¿Qué tarea? - pregunto desconfiada. Espero que no me obligue ir al centro de Nyx a rezar.

-Ayudarás a Zoey Redbird, la líder de las Hijas Oscuras, a preparar la ceremonia que tendrá lugar este jueves y entrarás a formar parte del grupo.

-¿Qué? ¿Yo en esa secta? - Pensándolo bien, lo de rezar no es tan mala idea.

-No es una secta. Tan solo tendrás que ayudar a Zoey y formar parte de las Hijas Oscuras. Nada más.

-¿Solo? ¿Nada más? ¿Por qué no me mandas limpiar los retretes? Me rebajaría a eso antes que ser una Hija Oscura. Sabes que no puedo Neferet, los odio. ¡A todos y cada uno de ellos!

-Limpiando retretes no estarías con tus compañeros y la idea es que hagas amigos.

No voy a rendirme. No voy a entrar en ese estúpido grupo.

-Yo tengo amigos.

-No dentro de la escuela.

-¿Y qué más da? ¿Para qué quiero tener amigos?

-Para que tu estancia aquí sea más agradable.

Me acerco a ella todo lo que puedo y la miro desafiante a los ojos.

-Créeme Neferet cuando te digo que he sobrevivido a muchos años de mi vida en los que no solo me ignoraban, como hacen aquí, sino que era la protagonista de miles de burlas al día. Creo que podré sobrevivir sin amigos hasta que supere el cambio o hasta que muera.

-Ya te lo he dicho, Nadia. Ve ahora mismo a buscar a Zoey. Estará en su dormitorio. Ella y su grupo de amigos tienen la siguiente hora libre para practicar la ceremonia.


Y dicho esto hace un gesto con la mano que no da pie a más protestas. Me quedo sola en el pasillo y me miro en el reflejo del cristal de una de las ventanas. Mis puños están cerrados fuertemente.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Capítulo 2 - Elia

El despertador suena, haciendo que abra los ojos, saque los brazos de la sábana y que a oscuras mueva la mano para así apagarlo. Acto seguido doy con el pie al interruptor de la luz, al haber un primero colocado al lado de la puerta y uno en la pared, y me incorporo tras parpadear un par de veces para acostumbrarme así a la luz.
Como si fuera un día normal, es decir un día en el que he de acudir a clase, cojo la ropa, sin salir del todo en la cama, que cuelga de la silla y me la pongo.
Pero hoy no es un día en el que he de acudir a clase. Hoy me voy a Forks a vivir con mi tío y mi prima.
He tenido que discutir mucho con mi madre para convencerla de que me dejara ir.
Realmente lo entiendo, viviendo en el estado de Virginia el estado donde Forks se encuentra (Washington) se podría considerar el más lejano.
Observando el reloj de mesa me doy cuenta del porqué del tono enfadado de su voz: he de recoger aún varias cosas para meterlas en la maleta cuando tendría que haber tenido ya la maleta finalizada hace unos días.
Salgo de la cama y me peleo durante unos segundos con la cremallera hasta que por fin consigo abrir la maleta.
Pocos minutos después me siento sobre la maleta y tras comprobar que no pillo nada de ropa, la cierro.
Bajo por las escaleras tras salir de mi habitación dirigiéndome hacia la cocina, donde mi madre ya me ha servido la leche y ha puesto cereales, para que los eche en el bol, y galletas, para llevármelas en el viaje, sobre la mesa.
Me siento y empiezo a tomarlos, estoy a poco de acabarlos cuando mi madre entra en la cocina.
-¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
-Lo estoy mamá- digo en un tono algo cansado. No habré contado las veces en las que hemos hablado de este tema pero puedo asegurar, sin exagerar, que rondaran acerca de las mil.
Asiente y se dirige hacia la entrada de la casa donde están dos mochilas de mano.
La primera es la de estudios en cuyo interior se encuentran estuches repletos de bolígrafos y rotuladores además de varios cuadernos y carpetas vacías pues cuento con que me ofrezcan folios y repuestos de cualquier otro material que necesitara; la segunda es la de deportes en la que en su interior, irónicamente, no hay nada relacionada con ellos sino que hay varios marcos cogidos a conciencia por tener capacidad para poner el mayor número posible de fotografías en el mínimo espacio posible.
Alzo la mirada del bol vacío al escucharla decir que va llevando las maletas al coche pues tiene que acercarme al aeropuerto. Asiento rellenando la cuchara de los cereales que quedan; tras tomarmelos me levanto y dejo el recipiente en la mesa.
Me cuelgo la mochila de deporte al hombro y elevo el mango de la maleta para así comenzar a andar en dirección a la puerta y, una vez pasada, hacia el coche.
Tras cerrar el maletero después de varios intentos en los que hemos tenido que cambiar de posición las maletas me dirijo al asiento del copiloto.
Nada más abrir la puerta dejo el bolso bandolera en el hueco para los pies y me siento esperando a que mi madre encienda el motor para así poner la radio.
-¿Te olvidas algo?
-No mamá.
-Mira a ver no vaya a ser que si lo hagas..
Suspirando tomo la bandolera, pues se exactamente a lo que se refiere, y mientras voy haciendo mención de los objetos los voy sacando para que los observe.
La veo asentir por el espejo interior mientras termino de meter el móvil y la cartera, tras comprobar que tengo los cascos y los diferentes carnets que pueda necesitar aparte del pasaporte.
-Podemos irnos ya mamá, a menos que quieras que baje y compruebe si me olvido algo de abrigo.
De veo la veo entrecerrar un poco los ojos y, ya por fin, arrancar el motor.

Un largo pitido hace que de un pequeño bote en el sitio y que mire a los lados distinguiendo así a mi madre pitar a un coche que no se mueve produciendo así que se haya formado un atasco compuesto por una pequeña fila de coches.
Miro la hora del reloj del vehículo para saber la hora mientras mi madre me informa que ya hemos llegado al aeropuerto, el cual se puede ver enfrente de nosotras.
Salgo una vez aparca. A los cinco minutos estamos entrando por la puerta y al cuarto de hora estamos en la fila para que me otorguen la tarjeta de embarque y así después pueda pasar el control de seguridad.
-No olvides llamar cuando llegues.
-Tranquila, lo haré. Aunque tendrías que especificar ese cuando llegue.
-Envía un mensaje antes de subir al avión y al bajar, llama cuando llegues a Forks. Recuerda que tu tío te estará esperando en el aeropuerto. Y tu prima- añade antes de que pueda preguntar por ella- no sé qué vida llevará así que no puedo afirmarte que hará.
-No te preocupes, al fin y al cabo pasaremos tiempo juntas- comento ajustando al hombro la mochila de deportes.
Asiente suspirando y me abraza posando una de sus manos en mi cabello liso y rubio para acariciarlo durante unos pocos segundos.
-Buen viaje hija- dice separándose de mí.
-Gracias mamá- digo apartándome de ella y girándome para dirigirme al mostrador.
Una vez guardo toda la documentación, tarjeta de embarque incluida, busco con la mirada a mi madre.
Las horas siguientes en las que ya he pasado el control de seguridad las paso leyendo uno de los libros mandados para la clase de Lengua, información que he de agradecer a mi tío, hasta que por fin nos llaman para embarcar.
Cuando queda una persona para que sea mi turno saco el móvil de la bandolera y envío un mensaje a mi madre para informarle de que voy a subir ya al avión.
En el pasillo hacia el avión suena un casi sordo timbre, tono que indica que tengo un nuevo mensaje, por lo que miro mi móvil leyendo el "te quiero" de mi madre.

Un toque en el hombro hace que abra los ojos y me quite los cascos de ambos oídos.
-Estamos a punto de aterrizar- oigo como dice una azafata a un pasajero unos asientos más adelante que los míos.
No han pasado ni veinte minutos desde que he bajado del avión hasta que he subido al coche patrulla de mi tío, Charlie Swan.
-¿Cómo ha ido el viaje?- pregunta al sentarme en el asiento del copiloto debido a que Bella no ha venido, algo que ciertamente me esperaba.
-Me lo he pasado dormida la verdad, así que no sabría que decirte.
-Oh- dice asintiendo.

Su voz es la que me despierta por tercera vez en el día, cuarta contando la que me he despertado esta mañana en la cama, lo que confirma que hoy debería descansar sin falta alguna.
-Ya hemos llegado. Bienvenida a Forks.
Tras pronunciar estas palabras baja del coche y se dirige al maletero para sacar la maleta.
Cuando bajo para seguirle llevo mis manos a las mangas contrarias para así frotar después con el fin de darme algo de calor.
Cojo las dos mochilas que me tiende y después le sigo hasta la casa pintado de gris y blanco.
-¡Bella! Ven a ayudarnos por favor.
Al poco se escuchan pisadas bajar los escalones que se detienen para alejarse cuando Charlie añade que me deje algo de abrigo.
La figura que baja es la de una joven vestida con una camisa a cuadros, pantalones y zapatillas de deporte con piel pálida y un cabello castaño rizado a la cual hacia años que no veía, tanto que me cuesta reconocerla de aquella niña de unos cinco años con las que pasaba tardes jugando.
Una vez baja el último escalón de la escalera masculla un "hola" junto a un movimiento de mano de lado a lado pero al poco, debido a una mirada rápida que le echa su padre, se acerca para darme un abrazo el cual correspondo.
-Bella te ayudará a subir el equipaje y después te enseñara la casa.
-De acuerdo- respondo una vez me separo para a continuación girarme y coger la maleta que más a mano tengo.
Subimos las escaleras y entramos en su habitación.
-Muchas gracias Bella.
-Estaré abajo por si necesitas algo.
Asiento e inclino la maleta para dejarla tumbada en el suelo.
Una vez hecho esto miro la habitación. Bella no me ha dado indicaciones acerca de si compartiré armario con ella para guardar la ropa ni de dónde dormiré aunque me lo supongo. Además hay una segunda cana, la cual se puede distinguir que ha sido puesta recientemente, cercana a la principal, la suya.
Abro la maleta preparada para sacar mi ropa pero me detengo para acercarme la mochila con las fotografías.
Saco los marcos vacíos para posarlos en un pequeño espacio de la cama y ya después los cuadros con fotografías.
Las fotografías son bastante diferentes entre ellas, sobretodo en lo referido a las amistades y a las familiares.
En las que salgo con mis amigas se ve perfectamente como era en la etapa previa a la actual, es decir, cuando no practicaba tiro con arco. En las que salgo con mi familia, mi madre básicamente, a pesar de pertenecer a esta etapa todo lo referido a mi es bastante sencillo.
Paso mis dedos por una fotografía en la que salgo de pequeña con mi madre para después dejarla en la cama.
Voy a extrañarla bastante, aunque no se lo diga.
La razón por la que me vine aquí, al igual que Bella hace apenas unos meses, es debido al trabajo de mi madre. La próxima semana tiene que trasladarse a Laramie, en el estado de Wyoming, y hasta que encuentre alojamiento pueden pasar semanas además de que yo ya le había dicho que no quería tener que mudarme a un nuevo lugar en el que no conocía a nadie y ella no quería dejarme sola, pues los familiares que viven más cerca de nosotras tienen su vida ya hecha en Alaska.
Por lo que la única opción era o bien irme con mis abuelos paternos o venirme aquí. Con estos primeros mi relación nunca ha sido buena. Es más, no existe relación alguna entre nosotros antes incluso de que mi padre muriera, lo cual sucedió cuando yo no había nacido.
Cuando abro la maleta la primera ropa que saco es la de mi etapa anterior: ropa bonita de una chica que se preocupaba mucho por su imagen y que quería mantenerse en la popularidad.
La de mi etapa actual es muy diferente, aunque haya algunas prendas como faldas y conjuntos pertenecientes a la anterior ya mencionada, y muy sencilla como vaqueros y camisetas básicas.
Una hora o así después ya me he instalado en la casa habiendo organizado todo y he hablado con mi madre.
Charlie nos llama para cenar por lo que dejo el libro en la mesilla junto al cuadro donde se encuentra la fotografía donde salgo con mi madre siendo yo un bebé y bajo a la pequeña cocina.
La cena es sencilla, cosa que agradezco debido a que no tengo mucho apetito, y transcurre en silencio.
Una vez acabamos subo a la habitación junto a mi prima y preparo la mochila para mañana metiendo un par de folios y el estuche con la esperanza de que mañana pueda tener el horario y así la próxima semana pueda empezar teniendo ya algo de idea de que es lo que han dado.
-Buenas noches Eli.. Elia- se corrige al poco de decirlo, recordando que antes he indicado que ya no me gustaba que me llamaran por el diminutivo.
-Buenas noches Bella.
No puedo evitar pensar en lo que me espera mañana.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Capítulo 1 - Nadia

La Casa de la Noche siempre me ha parecido un enorme castillo. Me lo pareció la primera vez que entré en él, a pesar de mi estado, y me lo sigue pareciendo hoy, un mes después. El edificio de las clases y los de las habitaciones, tanto el de los alumnos como el de los profesores, se unen formando una fortaleza. Además, la escuela está rodeada por un gran muro. Si a todo esto le sumamos la oscuridad que lo invade por la noche, es clavadito al castillo de Drácula. Algo bastante irónico sabiendo que los que aquí habitan son vampiros e iniciados.

Miro el reloj, aún quedan treinta minutos para el comienzo de las clases, la mayoría de los alumnos estarán en el comedor desayunando, aunque acaba de anochecer. Esta es la vida de los vampiros, dormimos mientras que el sol está en lo alto del cielo y nuestra vida comienza al anochecer. Esto no se debe a los mitos que circulan sobre nosotros, no nos quemamos con el contacto de los rayos del sol, simplemente el brillo es algo que nos molesta bastante. Cuando acabas de ser marcado no se nota tanto, pero después de un mes no puedes exponerte a la luz solar sin gafas de sol, aunque esté nublado. Lanzo un largo suspiro y decido encaminarme hacia el comedor. Siempre intento no estar rodeada de los estudiantes el tiempo que no sea necesario, pero hoy he llegado excesivamente temprano. Debería haberme quedado más rato en casa de Kate. Ella es, por llamarla de alguna forma, mi madre vampira adoptiva. Todos los iniciados viven en la residencia de la Casa de la Noche, pero cuando yo fui marcada apareció la compañera de trabajo de mi padre, Kate, que resultó ser una vampira adulta, y me ofreció quedarme en su casa. Yo no dudé en aceptarlo. Kate siempre había sido como una madre para mí.

Al entrar en el comedor me invade un olor a comida junto al estruendo que los estudiantes hacen. Vuelvo a lanzar un suspiro. Suspiro mucho, no solo ahora que he sido marcada, también cuando era completamente humana. No puedo decir completamente normal porque nunca lo he sido. En una mesa localizo a Jasper. Es un chico bastante alto con el pelo algo largo y de un color marrón muy claro. Es muy callado, por lo que mantenemos un tipo de amistad algo distante, la cual nos favorece a los dos ya que él necesita silencio para concentrarse en sus libros, y yo no soy muy amigable. Me dirijo hacia él pero me detengo de golpe. Para llegar a la mesa donde se encuentra Jasper tengo que pasar junto a la de Zoey Redbird. Puedo darme la vuelta o puedo seguir mi camino. Cuando estoy a punto de tomar la primera opción me doy cuenta de que todo el mundo me está mirando. Sí, me miran a mí. A la chica rara.

Suspiro.

Comienzo a andar y cuando llego a la mesa de Zoey cierro mi mano en un puño y lo coloco sobre mi corazón, después me inclino levemente. Ella mira a un lado y a otro porque sabe que todos nos están mirando y realiza el mismo saludo. Tras esta incómoda escena llego finalmente a la mesa de Jasper.

-Hola Jasper.

-Hola Nadia – dice sin despegar la mirada de su libro. Yo carraspeo hasta que finalmente centra su atención en mí.

-¿Cuántas veces te he dicho que me llames N?

-Tu nombre aquí es Nadia. Si quieres que te llamen N deberías habérselo dicho a Neferet cuando fuiste marcada. ¿No crees?- vuelve a su libro. Cuando una es marcada puede cambiarse de nombre. Yo antes me llamaba Nathalie, pero lo odiaba, así que todo el mundo me llamaba Nadia o simplemente N.

Suspiro de nuevo y vuelvo a carraspear. Ahora el que suspira es él. Suelta su libro y me mira.

-¿Puedo sentarme? - le digo poniendo cara de pena.

-¿Alguna vez te he dicho que no, Nadia?

Nada. Este chico seguía en sus trece. Pero si había alguien testarudo en el comedor, ese alguien era yo. Me siento en el banco que hay frente al suyo y cruzo las piernas como si estuviese haciendo yoga o ese tipo de cosas que solía hacer Alice antes. Alice. Recordarla me forma un nudo en la garganta. Tengo que llamarla.

-Jasper, como bien has dicho antes me llamo Nadia para todo el mundo pero para mis amigos soy simplemente N. Y tú y yo somos amigos, ¿verdad?

Este se encoje de hombros. Sin lugar a dudas el chico es de lo más hablador.

De repente alguien me inca el dedo en un costado y yo pego un salto. Lo siguiente de lo que soy consciente es de que medio cuerpo se ha caído por detrás del banco y estoy casi en el suelo. No. Esto no puede haber pasado. Pero un coro de carcajadas me confirma lo que me temía. Me levanto todo lo rápido que puedo, con la acara enrojecida, en busca del culpable de haber quedado de nuevo en ridículo delante de todo el mundo. Y finalmente me encuentro con él.

-¡ERIK! - grito su nombre lo más fuerte que puedo, descargando con él la rabia que siento. Él comienza a reírse de esa manera que tanto odio.

-¿Ya no soportas una broma?

Decido usar las mismas armas que él y, a pesar de que estoy roja de furia, le pongo la mejor de mis sonrisas.

-¿Sabías que eres odioso?

-¿Yo? ¿Por qué? - dice poniendo voz de ofendido y llevándose una mano al pecho, como si mis palabras le hubiesen herido. En cualquier otra persona, este gesto parecería una exageración; pero no con él. Al hacer esto, Erik parece verdaderamente ofendido.

-Eres un creído. Y ahora déjame en paz y vete con... - sabe lo que voy a decir así que me lanza una de sus miradas asesinas. Respiro hondo e intento tranquilizarme antes de continuar mi frase. - con tus amigos. - y miro a los chicos que van detrás de él.

-Hay que ver cómo eres Nathalie.

Error. Al llamarme así comete el mayor error de su vida. Me aproximo a él y lo miro directamente a los ojos.

-Sigue tu camino Erik Night o tú y yo volveremos a tener problemas.

-Vale, vale – comienza a reírse de nuevo con su risa de actor. - Venía en son de paz, hermanita.

-¿Ah, sí? Pues no lo he notado mucho. A ver, ¿qué quieres? - me siento en el banco, esta vez dándole la espalda a Jasper y mirando a mi hermano desde abajo.

-Quería saber si has llamado a papá.

-¿Vas a controlar cuándo llamo a nuestro padre? Creo que deberías llamarlo tú y preguntárselo porque, anoche, la última vez que lo llamé, me dijo que no había recibido una noticia tuya desde haces dos semanas. - estas dos últimas palabras las recalco.

-Vale, vale No vayas a pegarme. Ya lo llamaré.

-Sí, claro. Ya lo llamarás, como siempre.

Cuando termino de decir esto me doy la vuelta y miro a Jasper y su libro. Está leyendo el manual del iniciado, otra vez. ¿Este chico no sabe leer otra cosa?

Suspiro.

-Deja de suspirar hermanita. - Erik vuelve a pincharme y yo vuelvo a saltar, pero esta vez no estoy a punto de caer.

Lo sigo con la mirada mientras se ríe. No pierdo ningún detalle de lo que hace y, finalmente, encuentro lo que busco. Mi hermano se queda mirando a Zoey Redbird y la saluda con una gran sonrisa. Ella le devuelve el saludo y le sonríe de la forma más patética que jamás he visto. Ingenua. ¿Es que nadie conoce cómo es mi hermano?

No tengo nada en contra de Zoey. La chica a veces me da algo de pena por su situación. Fue marcada hará un par de semanas y cuando llegó, tenía su tatuaje completo. Cuando somos marcados, en nuestra frente aparece el contorno de una luna creciente de color zafiro, pero el tatuaje de Zoey estaba coloreado. La gente dice que es la favorita de Nyx y no me extraña. Tiene afinidad con los cinco elementos: aire, fuego, agua, tierra y espíritu. ¿Por qué la saludé antes? Porque es la líder de las Hijas Oscuras, un grupo de iniciados que hacen reuniones para rezar a Nyx y hacerle ofrendas. ¿Quién es Nyx? Es nuestra diosa. Anteriormente, la líder de las Hijas Oscuras era Aphrodite. Pero su modo de organizar las celebraciones no satisfacía a Neferet, la alta sacerdotisa de nuestra casa de la noche. Neferet es lo que los humanos llamarían directora, aunque tanto para los iniciados como para el resto de los vampiros adultos es más que la simple organizadora de la escuela. Al tomar Zoey el control de las Hijas Oscuras pasó a ser como una alumna privilegiada a la que todos los iniciados deben respeto, en teoría.

Ahí era donde quería llegar. A mi hermanito le gustan las líderes. Anteriormente había salido con Aphrodite y la había dejado después. La había dejado por Zoey. Y yo que pensaba que mi hermano era tonto.

Jasper se levanta de su asiento e interrumpe mis pensamientos.

-¿A dónde vas, Jasper?

-A clase.

Me levanto corriendo y lo sigo de cerca.

-¿Ya no me esperas? Pensaba que éramos amigos – le digo intentando copiar, en vano, al gran actor de Erik Night (sí, mi hermano es actor) e intentando parecer ofendida. Aunque en realidad no me importa, estoy acostumbrada.

-Tú tienes español y yo Sociología Vampírica – ¿Español? No sé en qué mundo vivo. El chico anda a zancadas y, si no fuera porque soy una amante del deporte, ahora mismo estaría exhausta.

-Muchas gracias Jasper, ¿qué haría yo sin ti?

Cuando termino de decir esto golpeo con fuerza su hombro para despedirme y salgo corriendo en la dirección opuesta. Español no es la asignatura que más me guste, aunque se me da bastante bien. Tengo familia española y he tenido la oportunidad de ir un par de veces a este país. Cuando llego, el aula está casi vacía. Suspiro. Jasper y su manía de llegar el primero a clase, aunque en el fondo se lo agradezco, así puedo elegir donde sentarme.

Si fuera una buena alumna me sentaría en primera fila. Pero como no lo soy me siento lo más alejada que puedo de la mesa de la profesora. Abro una ventana y saco la cabeza fuera. El cielo está nublado y huele mucho a humedad. Este olor hace que el vello se me ponga de punta. Este olor no me trae buenos recuerdos. Cierro los ojos un momento y puedo verme en el campo de fútbol, tumbada sobre el césped húmedo. Olía a húmeda.

La puerta de la clase se abre y entra la profesora hablando en español. En ese momento desconecto completamente. Me doy cuenta de que mientras yo me sumergía en mis recuerdos han ido llegando los alumnos. Todos están sentados por parejas, excepto una persona. Yo. Suspiro. Ojalá ésta fuera como las clases que recibía cuando era humana. Siempre tenía a alguno de mis amigos sentados a mi lado. Pasábamos las clases hablando de lo que íbamos a hacer a la salida, de dónde íbamos a ir a hacer nuestras gamberradas ese día, si íbamos a ir a algún sitio a cenar comida basura mientras Alice, a la que siempre terminaba acoplando, se pedía una ensalada. Al final de la jornada, todos llevábamos restos de esa ensalada en el pelo y la ropa. Más de una vez me encontré un trozo de lechuga en mis inseparables deportivas.

Estos recuerdos me forman una estúpida sonrisa en la cara.

-¿Puedo preguntarle qué le parece tan gracioso, Nadia Night?

Vuelvo a la realidad. Todas las miradas se centran en mí y la profesora me mira interrogante.

-¿Perdone? – me siento completamente estúpida porque me ha preguntado en español y no estaba prestando atención.

Al ver mi cara de confusión, la profesora decide hablarme en inglés, algo que no es necesario ya que, si me hubiera repetido la pregunta en español, la hubiera entendido perfectamente. En realidad no sé por qué imparten clases. Sacar buenas notas en español, teatro o literatura no creo que me ayuden a superar el cambio. Sin embargo, la asignatura de sociología vampírica si es más que necesaria.

-Le preguntaba por qué siempre tiene esa sonrisa en mi clase.

-¿Debo serle sincera profesora? Su acento español me encanta y me hace sonreír. – me mira enfurecida por mi comentario, ha sido lo primero que se me ha pasado por la cabeza. Algunos alumnos se ríen y otros me dirigen miradas de desaprobación. Las ignoro completamente. En realidad, esta escusa tenía como objetivo conseguir que el resto de iniciados dejase de prestarme atención, no pretendo que la profesora se trague eso.

-Me gustaría hablar con usted al final de la clase. – yo me limito asentir.


No quiero quedarme a solas con ella, aunque no tengo más remedio que hacerlo. Si he aprendido algo durante este mes es que es completamente imposible engañar a un vampiro.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Elia Swan

Me gustaba mi vida. Es cierto que algunas cosas podrían cambiar pero ya me he acostumbrado.

Iba con mi grupo de amigas a todos lados. Hablábamos sobre algunos cotilleos, los chicos que eran más guapos y con quiénes saldríamos, etc. La gente nos miraba y algunos nos envidiaban, bueno, en realidad envidiaban a mis amigas las súpermodelo que salen con los chicos más monos de nuestra edad. Yo no es que fuera tímida ya que era muy sociable, es que simplemente no me consideraba guapa como el resto de mis amigas y eso mis amigan siempre me decían que era mentira pero yo me negaba a creerlo.

A veces pensaba que podríamos hacer que las otras personas vieran que fuéramos más que caras bonitas, ellas mejor dicho, y esa fue una razón de las que decidiera empezar a hacer deporte. El deporte que escogí fue el tiro con arco.

No es que fuera mi favorito, he de reconocerlo, pero con el me sentía mucho mejor. La gente podría decirme rara por no escoger el fútbol, deporte que jamás cogería por la simple razón de que no le veía sentido y que yo lo consideraba un deporte para que jugaran los chicos, o ser animadora, cosa que tenía miedo de dar un día una voltereta o algo y hacerme daño.

La gente siguió opinando, pero a mi empezó a darme igual y empecé a distanciarme de algunas amigas. Seguía teniendo a algunas que eran las que mejor me caían, así que no me preocupe. Ellas decían algo que era cierto, el arco estaba comenzando a darme seguridad. Empecé a apreciarme a mi misma y con el arco llegue lejos en poco tiempo. Pero no fue hasta que le conocí a él cuando ya me di cuenta de lo acertado que había sido escoger este deporte.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Nadia Night

Mi vida no solía ser normal.

Era la capitana del equipo de fútbol de mi instituto. Reconozco que era algo extraña. No me parecía a las demás chicas. No me gustaba hacer las cosas que hacían las demás chicas. Odiaba pintarme, salir, vestirme con falditas con las que se te veía medio muslo o llevar tops cuyo escote llegaba casi al ombligo.
Otra gran diferencia era que yo no veía a los chicos como los veían las de mi mismo sexo. Para mí los chicos eran mis amigos. Siempre estaba haciendo deporte con chicos, si iba al cine iba con chicos (pero siempre en plan colegas). Cada vez que una chica me veía con un amigo soltaba alguna palabra que intentaba ofenderme como marimacho o cosas peores.
Me envidiaban y por eso sentían odio hacia mí. Yo también las odiaba. Eran demasiado superficiales y por esa razón no quería pertenecer a su grupo. No quería ser una chica al cien por cien.

Sí, era rara. Y todos lo sabían. Aún así había una única excepción: Alice.
Alice era mi mejor y única amiga. Era como las demás chicas. Siempre estaba pensando en ropa y chicos, pero de algún modo u otro era diferente.
Jugaba conmigo en el equipo de fútbol. Éramos vecinas y era mi amiga desde que nacimos. Nacimos además el mismo días, el diecinueve de febrero de 1994.
Alice jamás había intentado convencerme para salir por las noches, ir a una fiesta de pijama y cosas así. Aunque no le faltaban ganas, pero sabía que yo era demasiado testaruda.
Alice nunca me había visto como un bicho raro. Por eso era especial, me quería tal y como era.

Como veis era bastante rara. Pero mi vida pronto dio un giro inesperado. Me convertí en algo mucho más raro. Un sábado por la mañana fui marcada. ¿Qué quiere decir esto? Significa que en unos meses, en unos años o quien sabe si en unas horas yo me convertiré en una vampira adulta.

Siempre y cuando no muera en el intento.

Soy Nathalie Night, aunque al entrar en la casa de la noche pasé a llamarme Nadia Night. Para los amigos, soy simplemente N.